Claustral per A Contracorrent en 2013.
Rosana Montalbán Moya está en el cuarto curso del doble grado de Sociología y Ciencias Políticas y milita en A Contracorrent. Tiene una larga trayectoria en la Universitat de València, tanto a nivel académico, con varias carreras a sus espaldas, como a nivel asociativo, formando parte de A Contracorrent desde su nacimiento hace ya 9 años.
Empieza desde muy joven participando en movimientos estudiantiles. Como dice ella: “al vivir una socialización familiar muy política, muy social y muy comprometida, desde el primer día que estoy, que vivo, que dedico parte de mi vida, suelo implicarme al máximo”. Ya en la EGB, se expresa y se manifiesta a favor de mejoras en su centro escolar. En el instituto, forma parte del Consejo Escolar y empieza su compromiso político. Cuando llega a la universidad, no tarda en organizarse con compañeras y compañeros para poner en marcha la asociación de A Contracorrent.
La participación del estudiantado en la vida universitaria le deja “un sabor agridulce”. Valora positivamente la reacción masiva en respuesta a los ataques recientes contra la universidad pública, que se refleja en el fuerte respaldo de la última huelga. Aunque se muestra crítica con la forma de participar, poco combativa y comprometida. Apunta: “me gustaría que la mayoría de la gente no se hubiera quedado en casa, sino que hubiera vivido la huelga como toca”.
En su opinión, la presencia de las mujeres en el mundo asociativo crece día a día, con la incorporación de chicas jóvenes “en los espacios más de trabajo, más de base, donde las mujeres tienen un impulso mayor, de mayor compromiso, con unos valores determinados de trabajar en equipo, de horizontalidad, de hacer espacios más amables, de buscar el consenso”. Aunque reconoce que después, no siempre son la cara visible en los órganos de gobierno, como las Juntas de centro o los Claustros. A este respecto, expresa con rotundidad su deseo: “A mí me gustaría, como feminista, que todas las asociaciones asumieran uno de los principios esenciales de A Contracorrent, que es la paridad”.
Desde su experiencia participativa en diversos ámbitos asociativos y políticos dentro y fuera de la universidad, dice sentirse muy satisfecha del enriquecimiento personal que le reporta, lo vive “como un proceso de aprendizaje inmenso” y en especial destaca que “la gente que conoces en los espacios de participación es gente que acaba formando parte de tu universo simbólico de por vida”. Insiste en el proceso de formación que implica la participación, puesto que “aprendes cosas que en el ámbito más formal de la universidad no aprendes”.
Termina la entrevista animando al estudiantado a participar y a implicarse en la vida universitaria, más allá del estricto ámbito académico:
“Yo invito a todas y a todos los que nos escuchan, a que lo prueben, a que no tengan miedo de cogerse de la mano de otras compañeras y compañeros y a vivir su experiencia de aprendizaje y de empoderamiento personal. Yo creo que la participación nunca tiene ningún aspecto negativo. Lo importante es saber gestionar ese espacio que dedicas a la participación con tu propia vida personal. Pero bueno, en este caso, como lo personal es político, una vida empoderada, es una vida que se vive desde y para la participación”.